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viernes, 24 de agosto de 2012

El bueno, el feo y el malo

Lydia Molina, periodista especializada en temas sociales, escribía el pasado 22 de agosto en El Diario un artículo titulado "¿Por qué el precio del tratamiento contra el sida ha bajado un 99%?" En él tras hacer una buena exposición de la legislación que rodea al polémico caso de las patente del Glivec de Novartis en la India, seguía la típica fórmula "Buenos vs Malos". La industria farmacéutica, en este caso la potente Novartis, es la malvada multinacional, y la India, también conocida como "farmacia del mundo en desarrollo", el bueno de la película.

Las cosas no son tan fáciles como en principio se plantean en el artículo. Tendemos a observar la realidad en blanco y negro, cuando muchas veces los grises son tan difusos que hace que perdamos de vista datos importantes. Entre otros, deberíamos tener en cuenta:

- La industria farmacéutica tarda una media de 10-12 años en sacar una nueva molécula al mercado, con un coste asociado de mil millones de dólares*, como afirma Janet Woodcock, Directora del CDER/FDA, entre otros muchos análisis. La duración de la patente de veinte años garantiza un margen de tiempo para que la industria pueda recuperar la inversión ingente (en tiempo y dinero) realizada en I+D (no olvidemos que el sector farmacéutico es el que más invierte en investigación).

Figura 1 - Desarrollo de un fármaco: costoso en tiempo y en dinero. Fuente.

- La crisis del sector farmacéutico se hace cada vez más evidente. Las grandes compañías farmacéuticas depende en exceso de los llamados blockbusters, cuya patente en muchos casos está a punto de expirar, lo que hace peligrar los ingresos de las propias empresas, planteándose que se hace necesario un cambio de perspectiva desde el propio sector. Asimismo, las exigencias para desarrollar fármacos y aprobarlos son cada vez más exigentes, lo cual es una buena noticia, lo que hace que aumenten aún más los costes para fabricar medicamentos.

- Las reglas sobre propiedad industrial (de forma específica, las patentes) representan un mecanismo importante y necesario para garantizar que un inversor decida perder tiempo y dinero para que en diez o doce años podamos contar con un nuevo fármaco en el mercado. La exclusividad es necesaria, y por ahora, no existen métodos alternativos de fomentar la I+D en el sector farmacéutico de forma directa y a corto plazo. Sin embargo, la regulación sobre las patentes aún no ha sido armonizada a nivel internacional, sino que sigue dependiendo del derecho nacional. El Acuerdo sobre los ADPIC y la Declaración de Doha, a pesar de ser importantes, no suponen un marco común de regulación de las patentes a nivel internacional, pero ofrecen:

1) Requisitos comunes sobre la patentabilidad de las invenciones;
2) Posibilidad de que un país pueda emitir una licencia obligatoria en caso de declararse una emergencia de salud pública, por epidemia de sida, tuberculosis, paludismo y malaria.

- India tiene en efecto una potente industria de genéricos, pero no un sistema público de salud que cubra el coste de los medicamentos de sus pacientes, como ocurre en gran medida en nuestro país. India se ve desde Occidente como un país competidor, ya que copia las fórmulas que tanto dinero y tiempo le cuestan a nuestras empresas para venderlas a un precio más barato. La receta es fácil: nosotros invertimos en I+D y dedicamos un tiempo y esfuerzo enorme en sacar adelante un fármaco y luego, al no haber una regulación internacional clara, cada empresa intenta sacar el máximo beneficio posible. No nos engañemos, la industria de genéricos también busca beneficios, igual que las multinacionales farmacéuticas (nota: Novartis también tiene intereses propios en la propia industria de genéricos, al ser propietaria de Sandoz).

Figura 2 - La salud es un negocio muy rentable para todos. Fuente.

- India aceptó las reglas de juego del sistema de patentes a nivel internacional "pero a su manera". A pesar de ser una potencia emergente, que en 2007 presentaba una previsión de crecimiento de su PIB del 8% hasta 2020, no ha utilizado esas buenas perspectivas económicas en pro de sus ciudadanos. Más de siete mil personas en India necesitan el fármaco por el cual ahora se litiga (Glivec). Este medicamento cuesta, según datos de Farma Mundi, 2.500 dólares por paciente al mes en India, mientras que sus versiones genéricas disminuyen su precio radicalmente, hasta llegar a los 175 euros.

- Contando sólo con cifras, es fácil asumir que los malos de la película son los malvados empresarios de las multinacionales farmacéuticas. Sin embargo, sería bueno plantearnos que el precio del medicamento genérico de Glivec, puesto por empresas indias, es cinco veces superior al salario medio anual de los ciudadanos de la India. Y que las malvadas empresas farmacéuticas quizás no sean tan malas, pues en este caso Novartis desarrolla un Programa Internacional de Asistencia al Paciente Glivec, que permite que el 99% de los pacientes en India que lo necesitan, lo reciban gratis. ¿Entonces a quién protege la India: a sus empresas o a sus enfermos? Juzguen ustedes mismos, pero los datos, en principio, son bastante orientativos.

La cuestión que nos debemos plantear realmente, tanto en el caso Glivec, como en otros tantos que afectan a la industria farmacéutica, es que no existen blancos ni negros, sino grises difusos. Y ante problemas reales, que afectan a ciudadanos reales, debemos buscar soluciones reales. Es decir, en el fondo el caso Glivec no es más que una lucha entre empresas (multinacionales farmacéuticas vs empresas de la India amparadas por su Gobierno), en el que al final los que acaban perdiendo son los ciudadanos. Deberíamos concienciarnos y dar solución y alternativas, intentando disminuir el fortísimo gasto en I+D que la industria farmacéutica ha de asumir (con estrategias como la denominada open innovation, de la que hablaremos más adelante) y buscando, de manera prioritaria, el bienestar y la protección de la salud de las personas. De lo contrario, más que una lucha entre buenos y malos, nos encontraremos con un problema muy feo: no garantizar el desarrollo de la mejor calidad de vida posible y la protección de la salud de la sociedad.

* NOTA: Como bien me aclara Mercè Piqueras (gracias por la corrección y por pasarte por el blog), a pesar de que las diapositivas de Janet Woodcock hablan de "1B$", lo que en inglés americano es "un billón" corresponde a "mil millones" en inglés británico.

2 comentarios:

  1. Siempre he pensado que lo del coste de mM es una inventada horrorosa. Una cifra que justifica su elevado precio pero no ahuyenta inversores. Circula un estudio muy chulo que reseñó Harper en Forbes, sobre el coste real (unas 4-10 veces mayor, dependiendo mucho de la compañía desarrolladora). Lo comenté en mi blog hace unos meses (cuando todavía tenia tiempo para escribir). http://erreuvedos.blogspot.com.es/2012/05/ente-lo-que-cuesta-y-lo-que-vale.html

    De todos modos, Enhorauena por tratar el caso glivec, es muy dificil mojarse en los tiempos que corren.

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  2. Gracias por tu comentario, Roi. Es cierto lo que comentas en tu artículo (muy interesante, por cierto) sobre el vaivén de cifras de la industria farmacéutica gasta en I+D, y que chocan de hecho con la cifra redonda que "nos hemos aprendido todos de memoria". La cuestión más importante (y esperanzadora, también por el lado que nos toca), creo, más allá de las cifras y de las situaciones individuales de cada empresa, es algo que comentas precisamente en tu entrada: cómo el sector biotecnológico puede ayudar a reducir drásticamente las inversiones de tiempo y recursos con las terapias dirigidas. Algo parecido a lo que nos comentaba Gerard en una entrada anterior sobre la diferenciación entre small biotech y big pharma y como vamos caminando hacia un horizonte mucho más parecido a un sistema mixto (http://monbiotec.blogspot.com.es/2012/02/el-sector-small-biotech-big-pharma-i.html). Ojalá que ello contribuya a que el sector biotecnológico siga creciendo :-)

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